Sabemos que Abel Caballero desea ser alcalde durante 16 años, así lo ha dicho en varias ocasiones, pero no cuál es su modelo de ciudad entre 2011 y 2015. En 2007 estaba muy claro lo que proponía, una larga lista de promesas y compromisos incumplidos (Área Metropolitana de 28 ayuntamientos, Carta Municipal con rango de capital, AVE en 2012…) salvo por la aprobación del Plan de Urbanismo, que en efecto salió adelante, y su decisión de cambiar las aceras y mejorar la estética de la calle, siguiendo y ampliando a lo grande el modelo exitoso de su predecesora, que quiere ser también sucesora.
Vigo tiene empacho de presentaciones, maquetas, imágenes generadas por ordenador y dibujos animados, lo que contribuye a aumentar la frustración de sus habitantes a los que no es fácil convencer ya de que aquello que se da a conocer rodeado de una lujosa parafernalia de argumentos ficticios va a terminar haciéndose real. Son tantas las propuestas que se han mostrado rodeadas de lujosos envoltorios y que finalmente se han quedado en el camino que la desconfianza es moneda corriente.
No culparé a Blanco por los siete años de paralización absoluta del AVE a Vigo, oculta bajo una sucesión de tramitaciones y papeleos que no tienen fin. Pero sí de seguir amagando, aprobando un proyecto básico no constructivo y completamente eludible que le ha permitido dejar al ministro de Fomento la pelota donde quería: dentro de diez meses, el Gobierno que esté tendrá que decidir si construye o no el AVE a Vigo, entendido como la línea Ourense-Pontevedra, justo cuando José Blanco tendrá que hacer las maletas para irse a la oposición, en Galicia probablemente, donde recordará que él dejó todo listo. ¿Es o no es oposición preventiva?
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